La comunión de Maslow

Todos conocerán a Abraham Maslow y su pirámide. Ya saben: el ser humano tiene una serie de necesidades que pueden ser jerarquizadas como una pirámide en cuya base están las demandas fisiológicas -respiración, alimentación, sueño, reproducción- y que está coronada por los menesteres de autorrealización.

Pienso en ello en momentos críticos, para ponerlo todo en su sitio.

Pienso en ello, por ejemplo, en un metro, viendo a una madre con los cascos de música y el hijo jugando a la consola. O cuando en una reunión de amigos cualquiera saca el móvil para ser absorbido por él pasando de la conversación. O cuando veo muros del facebook de madre, hijo y compañeros exhibiendo 100, 200, 500 «amistades». Veo en todo ello -incluso cuando yo soy el protagonista- que algo va mal.

Cuando aparecen los aparatos como compañía, los percibo como una trampa, un obstáculo a la comunicación.

Si son los mediadores, si un porcentaje importante de mi relación con alguien es a través de mensajes colgados en internet, al poco constato que tal relación se ha visto contaminada de la superficialidad.

Y cuando lo que sucede es que comunico más vía pantalla que vía voz y roce, si me preocupa más que me comenten el blog y si me siguen en el Twitter, que que me cuente la vida un amigo, que lo que identifico es un anhelo de afecto, tal vez de reconocimiento de los otros. Duro de aceptar, pero casi científico.

Pero sospecho que la primera persona del singular que he usado podría ser del plural.

Frente a las relaciones vacías, frente a los momentos críticos, incluso frente a la precariedad, una idea: la comunión. Mesa, pan, vino y compañía.

La mesa: el sosiego, la pausa, la disposición frente al otro, el espacio donde compartir. El pan: el alimento, lo esencial y básico, la fuente de vida, la sencillez. El vino: la bebida, la lengua suelta, la exaltación de los sentimientos, la soltura de la pasión, la propiciadora de la alegría. La compañía: el otro, sea quién sea, que estará comiendo, bebiendo y escuchando lo mismo; la proximidad, las vidas enfrentadas y puestas en común.

Pueden ser símbolos. Pueden ser solo eso, algo frío ubicado dentro de una rutina arcaica. O pueden ser una receta para reacercarnos al otro y crecer más nosotros. Cada cual elige.

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4 comentarios

  1. fbdani

     /  21 noviembre, 2011

    El contacto personal, físico y emocional es necesario, eso está claro.
    Pero no puedes irte a tomar cervezas o invitar a cenar a casa a toda tu red de contactos (en el sentido más ámplio). Yo defiendo las redes sociales y el contacto a través suyo, no como sustituto del contacto físico, pero sí como una herramienta que nos facilitará muchísimas cosas, y ya nos las ha facilitado, en verdad… Cuántas visitas tendría este blog si hubieras tenido que dar un abrazo a todos los que hemos visitado y comentado? Sin oír tu voz, cuántos hemos leído y aprendido de lo que compartes aquí?

    Antes, cuando la religión todavía significaba algo, al compartir la misa del domingo, o la de todos los días, con la gente de tu barrio también era un encuentro social, un punto de reunión que servía a la vez de tablón de anuncios y de ayuda comunitaria. Con la pérdida de eso, se han ido reduciendo el sentimiento de barrio, las ayudas entre vecinos, la solidaridad tradicional, el saludarse en la calle, vamos, las cosas que creaban una red social. El círculo de cada persona se ha reducido a família cercana y unos pocos amigos. Con las redes sociales virtuales, la posibilidad de crear vínculos y relaciones de ayuda y cooperación vuelven a resurgir, y con ellas como herramienta de base, las redes sociales reales están haciendo en el último año que el mundo real se reorganice.

    A falta de Iglesia o Ágora, Facebook y Blogs como este unen a las personas para generar vínculos, diálogos y cooperación. Y de aquí, organización para la vida real, como hemos visto en la Arab Spring, 15M, OWS…

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  2. Pau

     /  21 noviembre, 2011

    Ok, bro, el que dius és molt cert.

    Amb les noves tendències perdem i guanyem coses, com amb tot. i jo sóc el primer contaminat, ni un dubte tinc al respecte. Però veig també que hi ha moltes lliçons evangèliques que encara tenen vigència… fins i tot quan fa 2.000 anys eren impensables les interpretacions que se li podrien donar.

    Potser a nivell polític ens ajudaran a glocalitzar, o sigui a retornar a les xarxes de barri i poble per crear alternatives a més petita escala. però com diu un amic savi. la veritable revolta comença per un mateix.

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  3. Gon

     /  21 noviembre, 2011

    Ara en diuen les TIC. Com tantes altres coses, a l’estil «1984»: cada cop més coses en anglès i cada cop més abreviades.

    En fi, les TIC són, efectivament, una eina per ampliar els nostres horitzonts i les nostres possibilitats per triar… ben bé què? No creieu que les TIC són una eina que s’acaba convertint, viscosa, enganxifosa, en una fi? Res o poc a veure amb el vi, i molt menys amb el pa.

    No podria estar més d’acord amb tu, Pau, però puc presumir? de ser un dels que al bus aixeca la vista del llibre i només veu gent parlant pel mòbil, escrivint al mòbil, amb auriculars connectats al mòbil… amb la mirada perduda. No sempre he llegit llibres, jo, a l’autobús: també parlava amb qui anés amb mi, vigilava per si venia una persona gran si estava assegut (em feia vergonya només de veure la gent gran pujar quan jo estava assegut), mirava culs, comptava parades, reconeixia cares d’ahir entre els passatgers d’avui, patia pels deures sense acabar, comptava els minuts mort de gana…

    I no hi ha conclusió. Però estic d’acord amb el que dius.

    Salut

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  4. Raül

     /  22 noviembre, 2011

    Posss jo crec que tot depén de l’ús que en fem. Sóc un tecnòleg i em costa criticar quelcom que m’atrau. Valoro la possibilitat de comunicar-me a km de distància amb immediatesa i reduir distàncies. Les addiccions són dolentes però pros i contres com amb tot…

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